¿Es seguro todo lo que comemos? Esta es la pregunta que debemos hacernos cada día en el momento y el lugar de hacer la compra. Cada día me sorprenden pensamientos inquietantes y trato de escucharlos porque seguro que me llevan a conclusiones serias. Hoy me asaltó uno de esos pensamientos mirando unas manzanas de la frutería, no de hipermercado (que todavía es mucho peor).
El verano es una época prolífica en frutas variadas y todo el que tiene una huertita de ocio, en esta época disfruta de la abundancia de la naturaleza. Yo no tengo huertita, muy a mi pesar, pero también disfruto de las bendiciones de la abundancia porque mis amigos comparten conmigo de todo lo que tienen y muchas veces me encuentro con cantidad y variedad de frutas y verduras regaladas. Gracias, mil gracias.
Pero mi observación fue circunstancial, tenía unas manzanas golden compradas, pero el llegarme los regalos no lo pude remediar y disfruté del presente, quedando las compradas relegadas, no voy a decir olvidadas, pero aplacé su consumo más de lo debido y … ¿qué ocurrió? Pues nada, o lo que es igual, algo sospechoso.
Las manzanas compradas se fueron deshidratando, arrugando, pero conservando su color, su olor neutro y parecía que se iban momificando. ¡Oh maravilla! no se descompusieron. Esto desde el punto de vista comercial es estupendo, pero no lo es tanto desde el punto de vista biológico.
¿Es seguro todo lo que comemos?
Fue lo primero que me pregunté cuando me dispuse a hacer una compota con ellas y acto seguido me vino a la mente que esas manzanas están manipuladas genéticamente, precisamente para que no se descompongan y soportar grandes cantidades de pesticidas, poder resistir largos viajes, largos periodos de tiempo de almacenaje y mantener un aspecto fresco, es decir para poder venderlas como sea con la menor pérdida posible. Pero eso tiene un precio muy alto, la pérdida de biodisponibilidad, es decir, valor nutritivo. Eso sin pensar en los posibles tóxicos que eso conlleva.
Por más que traten de convencernos de que los alimentos transgénicos o de cultivo convencional tienen los mismos nutrientes que los ecológicos no pueden convencer a nadie. Sólo necesitamos un poco de sentido común y una pequeña capacidad de análisis.
Si un alimento es tratado para que no madure y se descomponga rápidamente ¿cómo es posible que se pueda descomponer en aparato digestivo y se pueda desdoblar en sus mínimos elementos para que el organismo lo pueda metabolizar?
El proceso de maduración es el final del ciclo de la vida de un fruto, cuando llega a su punto máximo comienza la descomposición. Este proceso depende de enzimas, (cadenas cortas de aminoácidos, vitaminas u oligoelementos que producen reacciones enzimáticas) que permiten todo el desarrollo del fruto, para una vez finalizado, pueda dar comienzo a una nueva generación. Entre tanto esos frutos son fuente de alimento para otros seres vivos, por ejemplo, animales y humanos.
La digestión es la descomposición de los alimentos para liberar vitaminas, minerales, aminoácidos, etc. Un vez finalizado el proceso digestivo, todos esos elementos libres son absorbidos a través del intestino delgado y enviados al hígado donde son modificados para darles las características del cuerpo que van a nutrir y a continuación se formarán cadenas nuevas de aminoácidos (proteína) iguales a las del sujeto . Todo este proceso tiene lugar por medio de reacciones enzimáticas, se conoce con «humanización», ya que la proteína de un cordero no es como la humana.
Si el producto sufre una manipulación que bloquea dichas reacciones enzimáticas, éstas permanecen bloqueadas por inhibidores enzimáticos, con lo cual lo que comemos no es biodisponible, es decir, nuestro organismo no lo puede utilizar para nutrirnos, no se metaboliza: Aquí está la clave
De nuevo me pregunto ¿es seguro todo lo que comemos?
Detrás viene la otra pregunta, ¿Cómo es posible que en una sociedad avanzada, opulenta, con abundantes recursos alimentarios y sanitarios se haya incrementado la incidencia de enfermedades degenerativas?
Si bien es cierto que hay muchos elementos que afectan a la sociedad entera provocando enfermedades desconocidas, lo que más me desconcierta es que el cáncer, un estado degenerativo propio de la vejez, esté afectando a los niños de forma más alarmante cada vez.
¿Es seguro todo lo que comemos? ¿Prestamos la atención que se merece todo aquello que debiera alimentarnos? Se vive sólo de lo que se come. Ahorrar en comida no es comprar más barato, ahorrar en comida es comprar justo lo que hace falta y la cantidad justa y de la calidad adecuada. Lo que se ahorra comprando barato sale muy caro porque en poco tiempo no hay salud y lo que se ahorró no llega a nada para recuperar la salud perdida.
Porque la enfermedad no es un accidente, no es mala suerte, no es la genética, es una cadena de errores que al final pasa factura. Por genética todo en la naturaleza tiende a la perfección y a la conservación de la vida. Si no fuera así no habría vida en el planeta.
Se argumentará que la gente con pocos recursos económicos también necesitan comer, pero no pueden pagar alimentos de calidad. Realmente no es un argumento de peso. Hoy la gente como muchísimo más que sus abuelos, trabajando muchísimo menos que ellos. Se desperdicia una gran cantidad de alimentos por no saber manipularlos, se tira a la basura un tercio, o más, de lo que se produce. La gente con poco poder adquisitivo compra en los supermercados y se llevan carros llenos de comestibles, no de alimentos, bebidas basura y toda una batería de cosas innecesarias.
No voy a entrar más a fondo en este tema, pero hay que plantearse muy en serio qué es lo caro, qué es lo barato, qué es lo útil y qué es lo superfluo
Espe
18 septiembre, 2017 — 18:16
Gracias por la entrada, muy oportuna al hilo de mis pensamientos de hoy.
Hoy me toca hacer pan, una hogaza y uno de molde. Justo me he encontrado con la entrada después de haber formado la hogaza y ver qué tal va el de molde, y justo estaba pensando en las calidades de los panes de molde comerciales y una anécdota que me daba tanto miedo como tus manzanas. Te la cuento: cuando vivía en Haití y aún no me conocía bien los productos, como no había buen pan de barra compraba de molde, que además me liberaba de andar comprando a diario porque andaba mal de horario. Había dos opciones: pan de molde local o importado de EEUU. El local estaba rico, muy natural, pero no me duraba la semana porque no tenía conservantes (o sea, como el que hago yo en casa), pero el otro era incorruptible!!! Alguna vez quedó algún final ahí al fondo y semanas después estaba igual. Y daba un miedito… ¿cómo puede el pan no ponerse malo después de semanas?! Obviamente yo compraba el local, y más adelante el que usaban mis colegas haitianos.
Allí también daba miedo la fruta y hortalizas: las locales estaban bien, feas y esas cosas, se ponían malas si no las gastabas y ricas al paladar, pero había bandejas importadas que siempre me hacían reír. Te juro que las bandejas de pimientos gringos, uno verde, uno rojo y uno amarillo, te hacían pensar que estabas en la sección de decoración y que eran de plástico.
Así que ya ves, andaba justo pensando en eso, en qué comemos. Creo que es una reflexión que todos deberíamos hacer, no para asustarnos ni nada de eso, sino para alimentarnos con conocimiento y hacer compra y cocina conscientes. Y dentro de esa consciencia tener también nuestros momentos de comer caprichos porqueriosos sin dramas, sólo por darnos un capricho, que para que lo sea además tiene que ser ocasional, no te parece?
Lo dicho, gracias por la entrada y el punto de reflexión. Muy oportuno para todas las cabezas, que además tienen boca.
Hinolita
18 septiembre, 2017 — 18:33
Gracias por tu comentario, Espe. Muy bueno lo que confirmas del pan y los pimientos. Espero que tu experiencia anime a más personas a observar y consumir con responsabilidad
Inma
18 septiembre, 2017 — 18:45
Hola, esta pregunta en mi vida es muy recurrente. Nosotros tenemos huerta y este año por ejemplo hemos tenido que echar insecticida a las patatas, si queriamos comer, porque los escarabajos las estaban mstando y los insecticidas naturales no hacian efecto. No hemos tenido tanta suerte con las lechugas, han sido el manjar de los caracoles y babosas.
Lo que quiero decir es que los que tenemos posibilidad de comer «mas natural» por disponer de un trozo de tierra para cultivar todos estos productos tan sabrosos, tampoco conseguimos hacerlo, puesto que es la propia naturaleza quien se ha revelado, y acaba con ellos antes de que puedas darte cuenta. Las plagas y bichos los atacan, en mi opinion apoyados por el cambio climatico, nosotros los elimimamos con productos de alto riesgo para la salud, por ser la unica forma de esterminarlos y posteriormente nos los comemos…. y eso teniendo huerta sin animo de lucro, asi que por experiencia propia no creo en muchos anuncios de productos ecologicos, me generan muchas dudas, asi que imaginar lo que me parecen los que no lo son….
Salud
Hinolita
20 septiembre, 2017 — 20:55
Hola Inma. Abreviando te comento que la rebelión de la naturaleza se produce precisamente por el exceso de venenos. Las bacteria y microbios en general y pequeños insectos tienen la capacidad de crear defensas y resistencia a lo que el hombre produce, lo que explica que los venenos, como los antibióticos cada vez son menos efectivos, es como una carrera de fondo; pero la naturaleza nos gana. Si de verdad tienes interés, y estoy segura de que sí, en recuperar el equilibrio de tu huerta te aconsejo que veas los cuadernos de agricultura biodinámica de Rudolf Steiner y de María Tun y su calendario de agricultura biodinámica. Tienen una escuela y pequeños manuales que te ayudarán mucho. No son remedios puntuales para poner un día, es aprender a preparar los remedios para las plantas, hacer las combinaciones de plantas en el huerto para que entre ellas se produzca un equilibrio en el suelo y puedan a la vez repeler a sus enemigos. La tierra necesita ser sanada, está enferma por exceso de producción y fertilizantes agresivos y desequilibrados además de los pesticidas. Recuperar el suelo cuesta alrededor de once años. Ya sé que se hace largo, pero fue mucho más largo el tiempo de mal trato. NO digo que en tu caso haya maltrato a la tierra, pero es el entorno que también influye. Te deseo éxito.
Hinolita
28 septiembre, 2017 — 17:15
Hola Inma. Perdona que no lo haya hecho antes, se me pasó, pero no lo dejo así. éste es el enlace a la editorial de Rudolf Steiner: http://www.editorialrudolfsteiner.com/editorial-rudolf-steiner.html
Creo muy oportuno dar a conocer este filósofo y pensador alemán y su obra por el interés que tiene en este momento histórico. Él mismo dijo: «Nunca ha habido un momento en la humanidad con más información y menos conocimiento» Sé que os gustará a muchos
Pilar Oneca Otaegui
19 septiembre, 2017 — 9:12
En Hernani, Guipúzcoa hace años que se dedican al cultivo ecológico ponte en contacto con ellos, te ayudarán http://www.karabeleko.org
Mucha suerte y no cejéis en el empeño, nuestros cuerpos y la diversidad de la naturaleza será el premio.
Hinolita
20 septiembre, 2017 — 20:59
Gracias Pili. Los datos que das son muy interesantes y estoy segura de que les servirán a muchas personas. Esto es otra parte buena de la tecnología, el intercambio de información válida. Gracias
Pilar Oneca Otaegui
19 septiembre, 2017 — 9:16
Inma, se me ha olvidado en el comentario anterior ponerte la dirección de contacto PORTU AUZOA 34, 20120 HERNANI.
Santi
19 septiembre, 2017 — 10:11
Hola Hinolita, gracias por compartir esta entrada, me he quedado un rato en tu página leyendo porque es interesante todo lo que nos cuentas, enhorabuena, me gustan las páginas web sencillas.
Un saludo!
Hinolita
20 septiembre, 2017 — 20:57
Gracias Santi. Me alegra que te guste, procuraré seguir en la línea, quiero dejar constancia de que he aprendido mucho de los que nos precedieron y quiero compartirlo con quienes nos siguen.